Cristina Sánchez-Andrade

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Cristina Sánchez-Andrade

Cristina Sánchez-Andrade.
Escritora

Hemos tenido la oportunidad de conocer a la que es nuestra escritora favorita: Cristina Sánchez-Andrade. Muchas de vosotras la conoceréis por su obra “La nostalgia de la Mujer Anfibio” (¡vaya título más cautivador!) y la cosa no hace más que mejorar. La novela te sumerge en un universo del que querrás saber más, y necesitarás leer todos sus otros títulos publicados, como “Las Inviernas", “El niño que comía lana” o tantos otros. De la mano de Cristina, descubrirás una Galicia rural mágica, plagada de mujeres fuertes y de historias crudas que te removerán las entrañas. Sus libros se huelen y sus historias duelen.

No podía ser de otra manera, en el Día del Libro, ni en otro lugar que no fuera Galicia, para este maravilloso encuentro.

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NT — ¿Cómo definirías tu obra?

Cristina — Muchos dicen que es un “realismo mágico a la gallega”, y estoy bastante de acuerdo. Al fin y al cabo, el realismo mágico se dio en Galicia (con autores como Cunqueiro o Anxel Fole, por ejemplo) antes que en Latinoamérica con el boom. Diría también que los escenarios de mis novelas son siempre gallegos y hay una presencia importante de lo sensorial, sobre todo del olfato. Intento que el lector viva, se meta casi físicamente en lo que está leyendo a través de los cinco sentidos. Luego hay temas que se repiten, como en todos los escritores. En mi caso las mujeres son siempre protagonistas, está el tema de los secretos, la vulnerabilidad, la memoria, la maternidad, los dientes, los animales, la tierra…Creo que mi obra o mis personajes son siempre siniestros y hay un punto perturbador en lo que escribo.


NT — ¿Cuáles han sido los autores u obras que te han marcado cuando comenzabas en la escritura?

Cristina — Hay un libro que siempre menciono porque me marcó: “El gran cuaderno”, de Ágota Kristóf. Cuando empecé a escribir leía mucho a Thomas Bernhard, a Lobo Antunes, a Clarice Lispector, Fleur Jaeggy, Herta Müller, Italo Calvino, Gamoneda…

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NT — ¿Para ti escribir ha sido una vocación ineludible o es algo que te llegó con el tiempo y qué consejos le darías a una Cristina joven que quiere ser escritora?

Cristina — Creo que quien tiene la vocación no la puede eludir. Aunque siempre supe que me gustaba leer y escribir, durante mucho tiempo me dediqué a otras cosas. Cuando era muy joven pensaba que lo de ser escritor era algo un poco fantasioso, y que jamás iba a poder vivir de eso. Me decía a mí misma que ser escritora no era realista. Y es cierto, no se vive de esto, o al menos si tienes hijos que mantener. Pero, por otro lado, todo me ha ido llevando siempre hacia la escritura. Tenía otros trabajos que no estaban nada mal, pero en fondo siempre estaba pensando en sacar tiempo para escribir, en llegar a casa lo antes posible para volver a la novela que tenía entre manos. Porque escribir era -y sigue siendo- lo que más feliz me hacía y cuando dejaba de hacerlo me sentía mal. Así que sigo haciendo otras cosas (dando clases de literatura, por ejemplo, que me encanta), porque de algo hay que vivir, pero siempre priorizando la escritura. Como consejo a la joven Cristina: que no pierda el norte nunca, que la escritura es un sube y baja, que no busque el éxito, que se lo pase bien escribiendo, que no tenga prisa, que lea, lea, lea.


NT — La mayoría de tus protagonistas son mujeres, con vidas duras. Pensamos sobre todo en Lucha Amorodio o en las hermanas Inviernas, ¿qué te lleva a crear este tipo de personajes? ¿Qué te parece interesante de ellos?

Cristina — Realmente no sé por qué vienen a mí siempre este tipo de personajes mujeres. Siempre digo que yo no los escojo, sino que ellas me escogen a mí. Es parecido a lo que ocurre con los sueños: yo no decido lo que voy a soñar, sino que simplemente me encuentro con el sueño cuando despierto. Con casi todas estas mujeres protagonistas ha ocurrido siempre lo mismo: empiezo a escucharlas en mi cabeza, me dicen cosas, de alguna manera pujan por salir a la luz. En cuanto les doy voz, aflora el personaje. Y solo tengo que seguir escuchándolas. Creo que lo que más me interesa de ellas es su vulnerabilidad, sus aspectos contradictorios, su anonimato, su mezquindad, su pequeñez.

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NT — Próximos proyectos en los que estés trabajando.

Cristina — Acaba de salir la reedición de mi novela “Las lagartijas huelen a hierba” que la escribí ¡hace 25 años!, en una editorial preciosa que es La navaja suiza. Esto es un momento muy emocionante. Releyéndola, me he dado cuenta de que es como leer a otra persona. Empecé corrigiendo cosas, pero luego pensé que tenía que respetar a esa yo principiante. Ha sido una sensación muy rara, muy bonita. En el 2025 saldrá mi nueva novela con Anagrama. Se llama “Habitada” y es sobre una leyenda local gallega de un caso de “corpo aberto”, es decir, una especie de posesión. En esta mujer entra el espíritu de un clérigo gallego muerto en La Habana. La chica empieza a hablar con acento cubano, sabe de liturgia, de filosofía, tiene voz de hombre. Me lo he pasado muy bien. La primera parte la cuenta ella y la segunda el clérigo. Puesto que está basado en un caso real, lo que buscaba era entender cómo una mujer llega a metamorfosearse en hombre (al menos aparentemente). La gente de la época (los años 20) venía a verla, a escucharla, a que los sanasen. Pasaron por su casa médicos, la prensa del momento, teólogos… es decir, que algo debían de ver en ella. La historia es fascinante.

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NT — ¿Qué te gustaría que trascendiera de tu obra?

Cristina — Siempre he buscado recuperar la tradición oral y lo que es más auténtico de la cultura gallega. Todas las historias que me contaba mi abuela están presentes en mis libros y con ellas reflejo un modo de vida (de aldea, básicamente), una conexión con el idioma (porque aunque mis libros estén en castellano, hay expresiones y construcciones muy gallegas) con la cultura y los modos de vida sencillos. Me gustaría que a través de mis novelas no se olvidara ese estilo de vida rural.

NT — Un libro.

Cristina — Es casi imposible contestar a esta respuesta, hay miles. Pero me voy a atrever con “Los girasoles ciegos”, de Alberto Méndez.


NT — Una película.

Cristina — “En el nombre del padre” (Jim Sheridan)


NT — Un lugar.

Cristina — El Faro de Corrubedo.

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